Por: Félix Julio Alfonso López

Con dos títulos magníficos fue conocido Martín Magdaleno Dihigo Llanos en los diamantes de béisbol. En una modesta tarja colocada en el pueblo de Cruces, donde vivió gran parte de su vida y reposan sus restos, se lee que su virtuosismo le hizo acreedor del sobrenombre del Inmortal.

En la placa del Salón de la Fama de Cooperstown, aparece resumida su fenomenal carrera en las Ligas Negras bajo el apelativo del Maestro. Ambos calificativos hacen justicia al que es considerado como el mejor pelotero cubano de todos los tiempos y uno de los más extraordinarios jugadores en cualquier nivel de béisbol del mundo.

Como expresión de su enorme calidad, su nombre aparece honrado en los Salones de la Fama del Béisbol de Cuba, Estados Unidos y México. Dihigo nació en el ingenio Jesús María, en el pequeño poblado matancero de Cidra, el 25 de mayo de 1906. Era hijo de un sargento del Ejército Libertador y sus abuelos habían sido esclavos en el central azucarero donde vio la luz.

Su niñez transcurrió en la ciudad de Matanzas, no lejos del Palmar de Junco, catedral primada de la pelota insular, donde inició su andar en la historia del béisbol cubano. Hizo su debut en la pelota profesional muy joven, con apenas 17 años, de la mano de Miguel Ángel González.

Al principio no bateaba y era discreto en la defensa, pero esto no duró mucho, pues en la temporada de 1924-25 promedió sobre 300 y tuvo una destacada faena como lanzador. A partir de ese momento comenzó a tejerse una prodigiosa carrera en los diamantes de Cuba, las Ligas Negras de Estados Unidos y los países de la cuenca caribeña: Panamá, México, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela.

Su cenit pudiera ubicarse en la temporada profesional cubana de 1935-36, en esa ocasión actuó como manager y jugador de los míticos Leopardos de Santa Clara y se consagró campeón del torneo, amén de conquistar los títulos de bateo (358) y de los lanzadores (11 triunfos y 2 derrotas).

En México, donde fue admirado hasta el delirio, Dihigo protagonizó la mayor hazaña conocida hasta ese momento en el país azteca, cuando el 16 de septiembre de 1937 propinó el primer no hit no run en la historia de la Liga Mexicana, lanzando por el equipo Águilas de Veracruz frente a Nogales.

En 1938, nuevamente con Veracruz, conquistó el campeonato de los bateadores con 387, fue líder en pitcheo con 18-2, tuvo un porcentaje de carreras limpias permitidas de 0.90 y propinó 184 ponches.

En Ligas Negras sus números no fueron menos impresionantes. Baste decir que en su primera temporada en aquel circuito encabezó los jonrones con 11, lo cual repitió en 1926 y 1927, períodos en los que bateó para astronómicos promedios de 421 y 370 respectivamente.

Martín Dihigo
Ilustración: Reynerio Tamayo

Participó en varios Juegos de las Estrellas entre peloteros negros estadounidenses, y fue compañero en los diamantes de leyendas como Satchel Paige, Joshua Gibson y Cool Papa Bell.

Además del gigante que era como pelotero, Dihigo fue un hombre que reunía múltiples talentos. Era abakuá y masón, gracias a él se introdujo la masonería juvenil en México. Simpatizante de las ideas progresistas, tuvo entre sus amigos al destacado orador comunista Salvador García Agüero y a Nicolás Guillén, quien le dedicó un memorable poema en su fallecimiento.

Gustaba de la música, en particular de la vieja trova cubana, y era asiduo a las peñas de Valentín González, Sirique. También disfrutaba mucho la lectura de revistas, periódicos y libros de historia, en particular, las Crónicas de la guerra de José Miró Argenter. Del mismo modo se desempeñó como periodista deportivo en el diario Hoy y comentarista de béisbol para la radio.

Tras el triunfo de la Revolución, Dihigo regresó a Cuba y prodigó sus conocimientos con humildad, enseñando a jugar béisbol a las categorías infantiles. También brindó su apoyo a la organización de la Liga Azucarera.

Lanzó la primera bola en la inauguración del nuevo estadio de Santa Clara en 1966 y pasó su vejez en el poblado de Cruces, rodeado de familiares y amigos, en una pobreza irradiante.

Falleció el 20 de mayo de 1971, escasos días antes de cumplir 65 años, el que es reconocido, física y moralmente, como el más excelso de todos los peloteros nacidos en la mayor isla de las Antillas.

¿Quiere saber quién es considerado el mejor pelotero de la historia de Cuba. Miembro de Cooperstown y protagonista de la mayor hazaña en el béisbol mexicano?

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