Teóricamente el 5 de agosto, cuando el sorprendente campeón nacional, Alazanes, reciba a Villa Clara en el Mártires de Barbados, se quebrará otra vez con la idílica tradición del juego inaugural en la pelota cubana: campeón-subcampeón. Algo más que se rompe, algo más que arreglar. Teóricamente sonarán las fanfarrias habituales, desfilarán una veintena de entusiastas con las banderolas de todos los actos, habrá desperfectos con el audio, la gente que aún cree acudirá con sombrillas y Freddy Asiel Álvarez —si cumplió a cabalidad el entrenamiento— vivirá su primera victoria de la temporada, o encaminará su novena a eso.

Se oirán las mismas disertaciones de las mascotas, de lo lindo que pita el central en el Sandino, de la buena actuación de Lázaro Blanco en la Can-Am —les escucho decir: “Si no estaría lanzando aquí”—, se saludará a la gente de Manzanillo y Niquero, y otros par de pueblos en Villa Clara. Se hablará hasta el hastío de los retos de la pelota en Cuba, que son los mismos de la temporada pasada, y de la anterior a esa. Retos que Jesús Barroso, jefe técnico de la Dirección Nacional de Béisbol, rebuscó en unas planillas y encontró sin respuestas. ¿A qué están jugando?

 El morbo está en la banca

Ya escasean los ases bajo la manga, así que la última carta de la Comisión Nacional fue captar la atención haciendo de las estrellas retiradas un coctel atractivo de mentores, sobre todo alrededor de los cuatro grandes. Pedro Luis Lazo para Pinar, Víctor Mesa para Industriales y Orestes Kindelán para Santiago. A Villa Clara quisieron sumarle a Ariel Pestano, pero este se reservó para la siguiente. Igual, el Industriales vs. Villa Clara enfrentará en Sagua a dos sagüeros que defendieron la chamarreta naranja. ¿A que tiene su morbo y engancha? No obstante, ni Lazo, ni Mesa tienen miramientos con los funcionarios de la Comisión. Lazo desnudó en televisión nacional que las pelotas utilizadas en los entrenamientos nada tenían que ver con la mizuno de la Serie. Asunto que debilitará más la ofensiva y el trabajo de los lanzadores hasta su adaptación. Mientras Mesa notificaba a la opinión pública que son los propios jugadores quienes pagan las fotos de sus visados para los eventos internacionales, eso, como un mero ejemplo. El punto es: ¿por qué? ¿No aportan suficiente las contrataciones de cubanos en el extranjero?

Barroso por su parte fue específico, enérgico. Los peloteros que lleguen a la Serie Nacional con carencias técnico-tácticas deben aprender en esos tres meses. Que no se piense más, tan fácil que era.

Los excluibles

La 57 Serie Nacional arranca con peloteros excluidos por varias razones. Están los ausentes justificados, o sea los que pasaron bajo la mirada de Cubadeportes a la hora de rotular su firma en un contrato. Los de la liga japonesa, los de la variante de la Can-Am y la IBL. Están los injustificados como Michel Enríquez o Yosvany Pérez, quienes buscaron suerte en México de manera personal. Pero nadie escapa al centralismo, ni un pelotero del calibre moral y profesional del Súper 12. No hay derecho a la individualidad ni aunque deseen seguir aportando al país. Y por último están los excluibles de rutina. Pavel Quesada por un pasado migratorio, Ronny Valdés y Robelio Carrillo por lo mismo, o un prospecto como el espirituano Luis Dariel Serrano por un intento migratorio frustrado. En la ecuación a las claras se conoce el factor común.

Todo ello antecede al nacimiento de la 57 Serie Nacional, donde otra vez habrá escenas violentas, careos por el mal arbitraje, discusiones inútiles sobre horarios igual de inútiles, pretextos risibles, narraciones igual de inútiles y risibles. En fin, hay enfermedades incurables, como esta.

 

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