En estos días un largo rugido felino que golpeó los muros del estadio latinoamericano y unos matanceros convertidos en verdugos, azotando a unos leñadores sumisos, se han convertido en noticia al sobrepasar la meta volante que marca la mitad de la segunda fase de nuestro campeonato doméstico.

El rugido de los leones, después de estar sumergidos en un sueño que parecía eterno, desató una onda expansiva que estalló en el rostro de millones de seguidores azules, arrastrando consigo la esperanza, despertando un suspiro de alivio que los reconforta y dibujando nuevamente olas y algarabías altaneras en las gradas y en los barrios capitalinos.

Han ganado (al fin), su primera serie particular, y por ahora es solo un bostezo, pero sus parciales prefieren creer en épicos despertares y en memorables remontadas, en venganzas y en banderas recogidas del suelo y no quieren ver, ni hablar, de su maltrecho cuerpo de lanzadores ni de las indescifrables estrategias de su polémico director, no aceptan teorías de alazanes incompletos ni creen en la ley de las probabilidades.

Ninguno de sus abridores (Castillo, Entenza y Monthie) pudo mantenerse con vida mucho tiempo, y este último partido de la subserie ha dejado otra vez una nube de dudas y de expectativas truncadas en los aficionados azules.

Por otra parte, los tuneros siguen con su complejo de capitán garfio: Fobia a los cocodrilos. Estos, una vez más se llevan la serie particular a los libros y se han convertido en sus clásicos verdugos, le han arrancado el hacha de las manos, como quien quita un dulce de las manos de un niño, y los mantienen a tiro de ojo en la carrera por el primer puesto.

Solo los matanceros han podido ganarles seis partidos a los tuneros este año (de ocho posibles), y desde ya, esto puede ser un dato que haga temblar los vaticinios a su favor para las batallas que se avecinan.

Sus estelares abridores Yoalkis Cruz y Yudiel Rodriguez han perdido cinco partidos este año contra los yumurinos (2 y 3 respectivamente) y solo Diego Granados ha podido sacar la cara por los lanzadores tuneros (tiene las únicas dos victorias).

Entre Aníbal Medina, Yorbis Borroto, Yurisbel Gracial, Osvaldo Vázquez, Yasiel Santoya y Jefferson Delgado, promedian en estos partidos para 379 de average ofensivo (116-44), con 3 jonrones, 12 dobles y  23 carreras impulsadas, mientras que por los leñadores, sus puntales Yosvany Alarcón (151 AVE) y Jorge Yhonson (153 AVE), se han dormido en el cajón de bateo.

Además, a los abridores Roy Hernández, Irandy Castro, Dachel Duquesne y Jonder Martínez no le han podido descifrar los lanzamientos, solo han permitido 4 carreras limpias en 38 entradas (0.94 por juego) y le batean para un anémico 203 de promedio (133-27).

Gracias al sistema de competencia, ahora mismo el letargo de los leones y la estabilidad de los cocodrilos no parecen asegurar nada para el futuro, aún faltan más de 20 partidos per cápita, refuerzos y series de Play Off, remontadas y motivaciones nuevas, estados de ánimos cambiantes y metamorfosis grupales. El béisbol es el deporte más grande, el más complicado, el más impredecible. Nos vemos en el estadio.

Imagen cortesía de Ricardo Lòpez Hevia
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