Nació bajo el signo de Leo y se hizo hombre con los leones de la capital. Asegura tener “sangre azul” y le brillan los ojos cuando escucha el nombre de Industriales.

A veces, en la distancia, le viene a la mente la algarabía del estadio Latinoamericano, repleto, o aquel hit que le dio la clasificación a su equipo en el año 2010. No puede olvidar el regocijo que sintió al tocar el trofeo de campeón y levantarlo en el aire.

Cuando Irait Chirino pidió la baja del equipo capitalino, los aficionados presintieron que venían tiempos difíciles, tiempos de éxodos y de motivaciones perdidas. El barco del béisbol comenzó a hacer aguas y la nave capitalina ya no tenía a su hombre proa, ni la garra de antaño.

Desde entonces han pasado siete años. Y para los fanáticos se han hecho realidad los peores augurios. Industriales, desangrado por la emigración, no ha vuelto a ganar una Serie Nacional.

Pero Irait sigue en el recuerdo de los aficionados. Con la picardía y la pasión que siempre lo caracterizó, aceptó responder algunas preguntas para Play Off.

¿Qué hace un pelotero como tú, tan necesario siempre en cualquier roster por tus habilidades, en un país como Chile?

Bueno, llevo ya nueve meses viviendo en Chile porque me pareció un país de muchas posibilidades para hacer vida junto a mi familia. Al mismo tiempo surgió aquí un proyecto y estoy apoyando y dando todos mis conocimientos a las figuras jóvenes en todo lo que tiene que ver con el beisbol. En Chile también existe una liga, a la cual estoy integrado como jugador y hasta ahora me va de maravilla.

Trabajo, juego y vivo junto con mi familia. Para mí eso es lo más importante en el mundo.

Hasta este momento, ¿te arrepientes de haber dado el paso de abandonar el país?

Al principio de salir en el 2013 quizás, los primeros meses me sentí inseguro pensando que pasaría con mi futuro. Pero arrepentido nunca, fue un paso que pensé muy bien y no me arrepiento jamás de los pasos que doy en la vida, ni de las decisiones que he tomado.

Irait, cuando solicitaste la baja del equipo Industriales muchos aficionados le achacaron las culpas a la llegada de los Gurriel a la capital, ¿tuvo que ver esto en tu decisión?

No, para nada. La llegada de los Gurriel a la Habana no tuvo nada que ver con mi decisión. Jamás su llegada podría ser un obstáculo para mí. Ellos son tremendas personas y como jugadores tienen calidad de sobra, yo también tenía la mía y demostrada.

Lo que realmente motivó la decisión de mi baja de Industriales fueron las continuas exclusiones de mi presencia en equipos nacionales, y no lo digo solo por la selección principal, sino por los demás equipos. Siempre rendía bastante y era como si no existiera. Eso fue, principalmente, lo que motivó mi decisión.

Irait Chirino: "no sé si teniendo a Víctor Mesa de director hubiese tomado la misma decisión".
Irait Chirino: «no me arrepiento jamás de los pasos que doy».

Si en aquel momento hubieras tenido a Víctor Mesa de director, ¿hubieses hecho lo mismo?

Bueno, no sé si teniendo a Víctor Mesa de director hubiese tomado la misma decisión. Él es un hombre que lucha mucho por sus atletas en todos los aspectos, tanto dentro como fuera del terreno y es ahí donde es más importante para los peloteros, fuera del terreno. Si me hubieran excluido de los equipos lo hubiera hecho también, pero con Víctor las cosas son diferentes.

Chirino, ¿cómo puede un pelotero en Cuba satisfacer sus necesidades y las de su familia? ¿Te alcanzaba lo que te pagaban por jugar al béisbol?

Eso es una realidad, es muy difícil vivir allí con un bajo salario. No alcanza. Es duro decirlo, pero es nuestra realidad y los jugadores de béisbol no estamos excluidos, somos parte del pueblo y de su motivación: el béisbol en Cuba, por momentos, hace olvidar problemas a cualquier familia.

Era difícil con lo que me pagaban poder ayudar a mi familia, tenía que inventar como cualquier cubano. Más de una vez, en juegos importantes de play offs, tenía que ir con miles de problemas que tenía en mi casa y jugar así, dar lo mejor de mí, olvidarme de todo. Tenía el compromiso de satisfacer a todo un pueblo al que no le preocupan tus problemas, ni sabe que los tienes.

Así era nuestra vida en Cuba, nacimos y nos criamos bajo mucho dolor.

Te vimos jugando con Brasil en búsqueda de la clasificación para el Clásico Mundial que nunca llegó, ¿el beisbol allí es amateur? ¿No hay liga profesional?

Si, viví 3 años y medio en Brasil y allí tuve la posibilidad de participar en el pre-clásico. Fue una bonita experiencia, muy importante para mí. Le agradezco mucho a ese país la oportunidad que en Cuba nunca me dieron, allí juegan el béisbol amateur, pero tienen muy buen nivel. Hay muchos japoneses o descendientes de ellos que imprimen mucha calidad a ese beisbol.

Jugaste en la liga profesional de Panamá y te fue bastante bien, pero no regresaste, ¿Por qué razones?

Allá jugué con los Caballos de Coclé y me fue muy bien. Aquello fue mi primera experiencia profesional. Pero no regresé porque la liga panameña determinó, internamente, dar prioridad a los atletas más jóvenes que estuvieran firmados en organizaciones de Grandes Ligas. Además, ese mismo año redujeron el número de extranjeros en toda la liga de Panamá.

¿Qué está pasando ahora mismo en Cuba con el beisbol?

El beisbol en Cuba ha bajado mucho su nivel: está muy desproporcionada la ofensiva y el picheo. Sin dudas están pasando por una etapa difícil, muchos muchachos que eran el futuro se han ido de la Isla y la base se está perdiendo. Se rompe la cadena del desarrollo, así es muy complejo retomar ese nivel de otros tiempos. Pasarán años para que regresemos al lugar que tuvimos antes, si no cambian las cosas.

¿Sigues los juegos de Industriales?

Yo sigo el beisbol cubano todos los días en general, y a mi equipo Industriales, el equipo donde jugué y tengo tantos amigos. Quisiera que ganen un campeonato como aquel del 2010, que fue algo que me marcó la vida como pelotero en Cuba.

¿Tienes algún mensaje para los fanáticos de la capital que tanto te admiraron?

Solo quiero decir: GRACIAS. Esa es la palabra clave para ellos, para los que tanto me admiraron y me siguieron mientras estuve allí jugando. Gracias por cada aplauso, cada grito, cada aliento que me dieron cuando lo necesité. Muchas gracias a esa afición y a mi familia que siempre estuvo allí, a mi esposa que jamás faltó a un juego en el Latino para verme jugar. Y gracias a la vida, porque hoy puedo ser un hombre feliz aquí en Chile, junto a ella y los niños.

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