Aunque se ha intentado hablar de la denominada pelota azucarera, lamentablemente y de forma antihistórica se han validado tesis desde posiciones homogeneizadoras y con visiones actuales de cómo era el sistema de producción y explotación en los centrales.¿Cuánto se sabe del azúcar y el béisbol? A juzgar por las publicaciones digitales muy poco, en especial si se trata de la etapa prerevolucionaria, porque es alarmante el número de errores históricos que se relacionan una y otra vez.

El primer punto a deslindar es la desmitificación de las supuestas ligas azucareras. Con demasiada puerilidad se afirma una y otra vez de la celebración de torneos inexistentes, porque se confunden los conceptos y los testimonios no son cruzados con fuentes bibliográficas de probada validez.

La pelota en los centrales era a menudo anárquica y no respondía a campeonatos organizados, sino que dependía de vías de comunicación como el ferrocarril o de relaciones comerciales con centrales de la misma empresa matriz y sus colonias cañeras, por tanto, el hecho de realizar encuentros durante los fines de semana no responde al concepto de liga, que requiere de calendario formal.Pelota azucarera fue y es toda la jugada en los centrales, pero verdaderas ligas solo hubo a fines de los 40 y principios de los años 50.

Una gran confusión es que algunos equipos de centrales competían en torneos como la Interprovincial y los campeonatos provinciales, también hacían exhibiciones contra equipos profesionales, amateurs y semiprofesionales, pero que una fábrica tuviera un club envuelto en tales acontecimientos no convertía de facto a ese evento en un campeonato azucarero.

En los bateyes, al ser microcomunidades con sistemas independientes, las administraciones eran las que mandaban y organizaban, fomentaron el uso del tiempo libre de sus obreros con el juego de béisbol, que ayudaba a la identificación de ese proletariado con la industria.

De la pelota azucarera en Cuba solo puede encontrarse un artículo abarcador en la red de redes, específicamente en Ecured y aunque es válido el aporte de Manuel Cabrera Sánchez respecto a los campeonatos en la Revolución, es deficiente en lo relativo a la etapa de la República mediatizada.En sentido general, la Enciclopedia Colaborativa Cubana es un altruista intento por dotar al país de una plataforma de consulta, sin embargo, la defectuosa filtración y edición de información proveniente de fuentes no validadas hace del proyecto una bibliografía deplorable en muchos aspectos.

El caso del béisbol es un ejemplo álgido, condimentado casi en su totalidad por reportes provenientes de comisiones del Inder sin suficientes herramientas científicas, elaboradas sin la certificación de verdaderos especialistas históricos.

Cuando Ecured afirma que es el deporte nacional por el hecho de ser mambises varios de sus pioneros se simplifica el valor del béisbol, que ya desde antes de la guerra era un fenómeno cultural.

Además, se relacionan personalidades de la cultura que están fuera de contexto, como tampoco guardan relación los jugadores del 27 de diciembre de 1874 en el Palmar de Junco con territorio azucarero alguno.

Se ha tomado como una verdad absoluta que los campeonatos del béisbol azucarero comenzaron en Cuba de forma organizada el 20 de octubre de 1908, gracias a la iniciativa de José de la Caridad Méndez, en el Central Stewart. Es en gran parte falso el dato. ¡En Stewart no hubo nunca ningún campeonato azucarero y menos fue iniciativa de Méndez, ni siquiera ese es el primer juego que se tenga conocimiento en un batey!El lanzador fue contratado para lanzar en Stewart y punto, en una exhibición sin que perteneciera a torneo alguno. Desde fines del siglo XIX hubo partidos en ingenios del valle de Guantánamo y en 1901 hubo un encuentro en ingenio Jagüeyal, cerca de la zona de Stewart.

El periódico Murmullos del Cauto, de Palma Soriano, ya en 1905 anunciaba juegos en Hatillo, San Luis y Palma, incluso ese año el Palma retó a una selección llamada Oriente BBC.

Liga Azucarera
Foto: Colección de Antonio García Portal

A continuación, en la página de Ecured, se relacionan peloteros con lugares y centrales, muchos de ellos de manera equivocada, y se afirma: <<Antes del triunfo de la Revolución cubana el béisbol azucarero era poco atendido por los gobiernos en turno, pues el campeonato nacional profesional acaparaba la mayor atención de los fanáticos y los medios de difusión masiva>>.

Es evidente, se juzga desde la perspectiva actual. En primer lugar, el gobierno no tenía por qué apoyar a los centrales, que eran propiedad privada, y los medios sí se ocupaban de los diferentes torneos, aunque con diferente prioridad.

Se homogenizan a los medios de comunicación sobre la base de los de mayor circulación nacional, pero había entonces en Cuba el doble o el triple de periódicos que en la actualidad, y muchos eran radicados en pueblos no necesariamente cabeceras municipales.

¿De cuál atención de los aficionados se habla? Los centrales siempre abarrotaban sus glorietas.

¿La Dirección General Nacional de Deportes debía gastar sus recursos en los bateyes cuando, por ejemplo, una sola empresa como la Vertientes Sugar Co. y la Atlántica del Golfo poseían el 20,9% de la superficie cultivable de Camagüey?

Los centrales eran entidades autónomas, autocráticas; lo que se hiciera dentro de ellos era potestad de dueños y administradores, autosuficientes en materia inversionista, de contratos laborales y de organización deportiva.

Centrales como Agramonte, Manatí y Macareño contaban hasta con aeropuertos propios ¿Necesitaban ayuda del gobierno para la pelota? ¿Se ajustaban a las reglas de la UAAC de no permitir profesionales junto a los aficionados o de que los equipos fueran compuestos por jugadores blancos? Por supuesto que no.

El caso del Hershey fue atípico, pues representaba con su central a una marca de chocolates y tuvo que erigirse como club social para intervenir en la liga amateur cubana, con la pureza de raza exigida.

Pasemos a otro punto:<<Los humildes trabajadores azucareros tenían que cumplir con sus agotadoras jornadas laborales y después buscaban el tiempo para entrenar y jugar. Tenían que preparar los terrenos de juego, confeccionar los trajes con sacos de harina, improvisar las pelotas, guantes, caretas y los bates>>.

La pelota azucarera no fue bucólica, ni era una actividad para y por los trabajadores, porque en muchísimos casos los integrantes de los equipos eran peloteros de muy reconocido prestigio, que si bien estaban empleados por la empresa desempeñaban tareas menores.

Jugar pelota en el estadio del central era una forma de obtener prestigio y también de ascender económicamente. Eso de que los peloteros picaban caña y luego, aún cansados, tenían que jugar es una idea de casi nulo basamento histórico.

Como los jugadores vivían y trabajaban en la fábrica hubo gran identificación de los obreros y de la comunidad. Muchas veces la victoria del equipo era el mayor orgullo porque el nombre del lugar trascendía en la escala nacional.

La idea de una miserable forma de juego con trajes de saco y pelotas remendadas es completamente falsa.

La franela del equipo principal del central era de primerísima calidad, comprado en la casa Tarín o traído desde México o de los propios Estados Unidos. Pelotas, bates y arreos de cátcher tenía el mismo origen.

No hay absolutamente ninguna foto que demuestre que los peloteros de los centrales no usaban lo mejor de su época.

A los ojos actuales podría ser sencillo pensar que cada central azucarero tenía un equipo, cuando en la mayoría de los casos no ocurría así. Había varias novenas en el batey porque era un lugar de pormenorizada condición clasista en la organización social comunitaria.

¿A los enfrentamientos entre las colonias cañeras podría llamárseles liga? Tampoco, porque no contaban con campeonato organizado, ni presidencia y en casi la totalidad de los encuentros estos se pactaban con una semana de antelación.

Incluso entre los centrales era usual esta relación, porque gracias a las redes de ferrocarril podían moverse los equipos siempre que se conviniera, por teléfono o telegrama, entre las administraciones o mánagers. Eso es un sistema bastante informal.

A pesar de que en la mayoría de los casos era el administrador o un intendente los máximos interesados en el éxito del equipo del central, en otros ejemplos vemos que con el permiso de esas personas se armaba un club social, con el nombre del lugar, que costeaba gastos mediante afiliación.

Sin embargo, ya a fines de la primera mitad del siglo XX hubo zonas donde se armaron circuitos competitivos bien estructurados.

Liga Popular de Oriente (1950-1957) se sitúa aquí, aunque si bien la contó con varios centrales, no era una liga azucarera, porque los Mulos de Nicaro y Mineros de Ocujal no eran entidades del dulce, sino de la extracción de níquel, y Mayarí y Banes son pueblos, este último casi propiedad entonces de la UnitedFruit Company.

El circuito era un ala de la Liga Popular de Cuba, que en La Habana tenía a equipos de barriadas, clubes sociales, marcas, asociaciones deportivas o incluso equipos de las fuerzas armadas, pero en las zonas rurales de Oriente no había grupos equivalentes a no ser en la industria azucarera.

Matanzas tuvo mucha pelota en el sector económico analizado. Ellos tomaron la idea de hacer un campeonato propio, municipal, que se inauguró el 20 de mayo de 1944 en Pedro Betancourt, afiliado a la Liga Nacional de Béisbol Amateur de Cuba (UAAC).

Dos años después, ya esa liga era un reducto donde tenían gran aceptación y cabida los peloteros negros de todo el país, al extremo de pasar a ser una notable cantera aficionada con cupos a los equipos nacionales.

Liga Azucarera
FOTO: Colección de Antonio García Portal

Sus centrales eran muy buenos, como lo demuestra la mayoría de sus campeones: Dolores, España, Por Fuerza, Tinguaro y Cuba, no obstante, hubo otros equipos ganadores como el Pasta Gravi, de Jovellanos (una marca, que era subsidiaria de los CubansSugar Kings), el Casino Español de Perico (una asociación), Calimete (un pueblo vecino) y el Tarafa.

Hubo 17 competencias de forma sistemática, con 38 equipos afiliados en representación de los 15 municipios.

Por todo lo anterior no puede afirmarse fuera una liga azucarera, ni siquiera era uno de sus objetivos.

En 1951 es la primera vez en que de veras puede hablarse de ligaintercentrales. Quedó fundada en Morón, el 27 de mayo, con la presidencia de Aristipo Naranjo, participación de 11 equipos del antiguo Camagüey y el nombre oficial de Liga de Béisbol Amateur Intercentrales Azucareros de Cuba (LBICAC).

Esta fue quizás la experiencia antecedente del intento de recuperación del circuito en 1980, luego de dos décadas de minimización a topes regionales durante la Revolución.

De la ahora conocida como “pelota dulce” puede argumentarse mucho más, pero antes de 1959 no fue organizado todo el sistema lúdico en los ingenios, ni todo lo instituido en zonas rurales tuvo azúcar para endulzar.